6 - Constantino y la oficialización del cristianismo
La iglesia
primitiva en algún momento fue orgánica, los primeros trescientos años de su
existencia. Aún forzada a la clandestinidad por olas de persecución en el
Imperio Romano, ésta continuo siendo un movimiento viral que no podía ser
contenido o detenido. Aunque muchos hayan intentado destruirla,
cada tentativa la tornaba aun más fuerte.
Todo esto
cambio en el año 313 d.c., cuando el emperador Constantino declaro que el
imperio no solamente toleraría el cristianismo, sino que devolvería a los
cristianos todas las propiedades anteriormente confiscadas. El fue el primer
emperador “cristiano”, y todo cambio cuando el cristianismo salió de la
marginalidad para transformarse en la religión del imperio. Desde entonces, la
iglesia no ha cambiado mucho. Nuestro enemigo, el diablo, entendió que si el no podía
parar a la iglesia, el debía meterse en ella para cambiarla de adentro para
afuera, en el intento de hacerla menos efectiva y menos amenazadora. Con
excepción de avivamientos ocasionales en grupos remanecientes, el realizó su
propósito. El usó a Constantino para lanzar su siniestro ataque.
A lo largo
de los siglos, después de Constantino, la iglesia occidental progresó en muchos
aspectos, mas no paso por ningún cambio desde que el cristianismo era compuesto
por la iglesia católica romana y la iglesia griega ortodoxa. La reforma decidió
el cristianismo occidental entre la iglesia romana y la volátil iglesia
protestante. Pues a pesar de las diferencias, en el ámbito institucional el
sistema permaneció prácticamente intacto. Los anabaptistas luego se separaron
de la reforma (y fueron perseguidos por eso), pero rápidamente se
institucionalizaron también.
A
pesar de las adaptaciones hechas para alcanzar a los mineros de carbón
del siglo XVIII en Inglaterra, los peregrinos pos-modernos del siglo XXI, los
cambios fueron mínimos. Tradicionalmente en la contemporánea, Pentecostal, y la
presbiteranea, la iglesia mantuvo su roupagem institucional. Dos bautistas a
los hermanos de Plymouth, dos menoriítas. A los metodistas, el sistema
eclesiástico continua practicamente intacto a lo largo de los siglos. Con
música o sin música, órgano o guitarra, sea en catedrales con sus techos altos
y vitrales, o en galpones sin ventanas, el sistema es prácticamente el mismo.
Su iglesia
tiene un padre o un pastor, un culto dominical con cánticos y un sermón, la
oferta semanal, el púlpito, las bancas y en un edificio. Esa ha sido la regla
desde el siglo IV. Aunque usted mueva todo un show para una casa, el sistema no
cambio del todo y que usted hizo escoger una iglesia, no transformarla. Adoptar un
estilo musical más contemporáneo no cambia el sistema. Disminuir las luces y
aumentar el volumen es solamente una imitación nueva en el viejo sistema. Coros
e himnos o bandas de alabanza, máquinas de humo, arrodillándose o en pie, el
sistema no cambia casi nada. Predicar sermones típicos o expositivos no cambia
el sistema, solamente hace algunos ajustes. Escuelas bíblicas dominicales o
células como ambientes secundarios de aprendizaje no representan ningún cambio
sistemático, solamente una variación del viejo sistema operacional.
Fuente: Autor desconocido.
Fuente: Autor desconocido.
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